Por: Dr. Oscar Arrieta Rodríguez, Coordinador de la Unidad Funcional de Oncología Torácica y Jefe del Laboratorio de Medicina Personalizada del INCan, y Dra. Jenny Turcott, Nutrióloga e investigadora en la Unidad Funcional de Oncología Torácica del INCan.
Oncología.mx.- Al menos la mitad de las personas con cáncer presentan en algún momento -del transcurso de la enfermedad- anorexia, definido como falta de apetito. La anorexia se relaciona de manera importante con la ingesta reducida de alimentos, pérdida de peso y promueve el síndrome de anorexia caquexia (CACS). La intervención temprana en personas con anorexia asociada a cáncer puede prevenir la aparición del CACS, que es un factor reconocido de mal pronóstico, que incluye una disminución significativa de la supervivencia global y puede empeorar la toxicidad derivada de la quimioterapia, además de que se asocia con una mala calidad de vida.
A pesar de que los cannabinoides se han propuesto y recomendado ampliamente como un fármaco, con un papel potencial para aumentar el apetito en pacientes con cáncer que presentan anorexia, todavía se considera que no hay evidencia suficiente para apoyar su uso y no cuenta con aprobación médica para la indicación de anorexia relacionada al cáncer en México. En la última década se realizaron estudios que respaldan la prescripción de dronabinol aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) para la anorexia en pacientes con SIDA, y no hay estudios más recientes que respalden esta indicación. Por otro lado, existen pruebas concluyentes o sustanciales que apoyan el efecto del dronabinol en el dolor crónico en adultos y como antiemético en las náuseas y vómitos inducidos por la quimioterapia, así como evidencia moderada en la mejoraría del sueño a corto plazo. Todas estas alteraciones son habituales en los pacientes oncológicos, y aun así en algunos estudios también se reporta el efecto sobre el apetito. Sin embargo, hay muy pocos estudios en los que se haya valorado objetivamente el apetito. La falta de conclusiones sólidas puede deberse a los diferentes tipos de cannabinoides estudiados, así como la forma, dosis, frecuencia de uso, y el no poder evitar en muchos casos su efecto psicoactivo o la población heterogénea incluida.
A diferencia de la marihuana fumada, que se difunde rápidamente al cerebro dependiendo de la contención de la respiración, la duración de la contención de la respiración y la profundidad de la inhalación (2 a 10 minutos), cuando se ingieren cannabinoides no producen efecto hasta 30 minutos a 2 horas después. Además, la heterogeneidad de las formas no herbales de cannabis, incluidos los comestibles, los aceites y otros concentrados, dificulta la evaluación del contenido de cannabis y los efectos sobre el apetito.
La mayor parte del peso corporal gana- do en pacientes con anorexia asociada al sida que utilizaron cannabinoides, fue en la grasa corporal y no se notificaron cambios en el apetito, alteración del gusto ni en la ingesta calórica, lo que apoya su indicación. Sin embargo, recientes estudios en personas con cáncer han mostrado resultados alentadores, más no concluyentes del uso de cannabinoides en el tratamiento de apetito, lo que promueve la continuación de estudios en el área para encontrar la mejor manera de administrar- los en pro de mejorar el apetito y de evitar sus efectos psicoactivos.
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