Oncología.mx .- Humanizar la atención oncológica es uno de los grandes retos de esta especialidad en el siglo XXI. Los médicos deben tener en cuenta los valores, creencias y situación personal de los pacientes con cáncer para mejorar la atención que les prestan y conseguir así un manejo más integral de la enfermedad. El 30% de los problemas que tiene un médico en su práctica clínica no son técnicos, sino éticos, sin embargo, la formación que recibimos es fundamentalmente técnica y los principales problemas y conflictos del día a día surgen cuando se quiere resolver un problema ético con herramientas técnicas (1).
Dra. Sonia Flores Moreno
Jefa de la Clínica de Onco-Mama del Hospital
Regional de Alta Especialidad
Los dilemas bioéticos que surgen en la atención de cualquier paciente se intensifican con el diagnóstico de cáncer (2). El paciente oncológico es un ser vulnerable, lleno de angustias y temores ante la realidad que se le avecina por ser el cáncer una enfermedad cuyo diagnóstico produce sensación inminente de muerte, miedo al dolor y al sufrimiento; sus métodos de estudio son invasivos y costosos, sus tratamientos quirúrgicos pueden llegar a ser incapacitantes o hasta mutilantes, y sus resultados, hasta obtener remisiones o curas satisfactorias, pueden ser lentos o imposibles de lograr.
La consulta y la vinculación con el cirujano, aun en aquellos pacientes con buen pronóstico, requiere una actitud médica que transmita confianza y esperanza. Los métodos diagnósticos invasivos, la cirugía, las indicaciones de radio o quimioterapia, las recidivas, las reintervenciones, requieren una vinculación muy fluida y confiada. El enfermo con cáncer, máxime si tiene una evolución desfavorable, vive angustiado su deterioro físico y psíquico. Ante este derrumbe su reacción puede ser la agresividad, la rebelión, el resentimiento o el temor, la depresión, la negación o la aceptación templada de su realidad (3,4). Todos estos aspectos, sumados a los síntomas de la enfermedad, y particularmente el dolor, constituyen situaciones críticas en la relación con el médico, en quien también repercuten; ante estas realidades, siempre estará presente en la decisión terapéutica en cada momento de la evolución, ponderar la calidad de vida y calidad de muerte (5).
“La bioética es una parte integral del manejo completo del enfermo con cáncer”, dice Conley (6). En el tratamiento quirúrgico de enfermos oncológicos es muy importante la personalidad del médico integrada por su carácter, su formación, su entrenamiento y su sensibilidad (7). La formación y el entrenamiento son esenciales para adoptar decisiones correctas, a lo cual debe sumarse la actualización del conocimiento. La sensibilidad es fundamental para la fraterna vinculación, y una afectuosa comunicación. El médico que atiende un enfermo oncológico está siempre urgido a tomar decisiones, el cirujano con mayor dramatismo y responsabilidad, por la agresión que implica sobre el cuerpo del paciente, la inmediatez con que es necesario actuar ante las complicaciones que surgen en una sala de operaciones, decidir en qué momento realizar una cirugía radical y cuándo solo efectuar una cirugía paliativa, venciendo el orgullo quirúrgico de erradicar completamente un tumor, por una actitud humilde por el bien del paciente, por no poner en riesgo su vida, es decir, cumpliendo el principio bioético de no maleficencia (8).
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Por tanto, la interacción entre el cirujano y el paciente oncológico va a estar inmersa en un gran laberinto de sentimientos y decisiones importantes a tomar tanto por el cirujano, como por el paciente y sus familiares. El respeto a la persona y el carácter inviolable de su dignidad son los límites infranqueables de la acción médica (9). Es fundamental que los oncólogos se formen en comunicación empática, acompañamiento al paciente y aprender a dar malas noticias, como parte de la labor clínica que deben desempeñar. Estas metodologías deben ser enseñadas a los cirujanos oncólogos en formación, hasta hacerlas formar parte de sus hábitos (10).
Tenemos que conocer la intimidad de los tumores para tratarlos mejor, pero también tenemos que conocer la intimidad de las personas que portan el tumor. Los oncogenes se encuentran en personas, seres humanos que sufren, que tienen miedo, que tienen dolor y que tienen necesidades. Cuando el paciente tiene que elegir entre opciones terapéuticas parecidas, no elige solo con base en un oncogén, sino también, considerando sus creencias, sus valores, su situación personal, social, familiar, si vive solo o acompañado, si tiene una actitud vital arriesgada o conservadora, cuestiones que son muy importantes y que el oncólogo debe considerar (1).
Es muy necesaria la adecuada formación integral de nuestros residentes como personas, no solamente como médicos o especialistas en cirugía oncológica, específicamente en su desempeño en la toma de decisiones y en su actuar en una especialidad que tradicionalmente se educaba en una concepción de paternalismo rígido y con características de una gran agresividad diagnóstica y terapéutica (11).
En la interacción entre el cirujano oncólogo y el paciente con cáncer surgen múltiples dilemas bioéticos, donde es fundamental tomar en cuenta que el paciente oncológico es, ante todo, una persona, debilitada por su enfermedad y por la incertidumbre de su proyecto vital, torturado por la toxicidad de los tratamientos que se le administran, asustado por su pronóstico, con profundo temor al sufrimiento, con la necesidad de adaptarse a una nueva situación personal y a su entorno, siendo de suma importancia la relación de confianza y competencia que logre tener con su médico.
Es vital que el cirujano oncólogo tenga conocimientos bioéticos a fin de brindarle el mayor apoyo, no solo físico, sino también mental y espiritual, logrando una adecuada relación de confianza y buena fe con sus pacientes, que proporcione una toma de decisiones concertadas, donde el cirujano sugiera tratamientos adecuados a los principios de beneficencia y no maleficencia, dando un manejo apropiado de la verdad de la situación médica, no haciendo daño al dar información sobre su estado, dando calidad de atención en forma equitativa, siempre respetando la autonomía del paciente, el cual debe estar correctamente informado al dar su consentimiento, desarrollando una adecuada conciencia ética frente al dolor de los pacientes oncológicos tributarios de cirugía terapéutica curativa y mucho más cuando esta sea un recurso paliativo; y ante el paciente terminal evitar la distanasia e impedir la eutanasia al aportar los cuidados paliativos necesarios para evitar el sufrimiento y lograr una muerte digna (3).
El cirujano oncólogo debe reunir virtudes técnicas, que hacen a la medicina como ciencia, y virtudes morales, que hacen a su persona integral, síntesis entre el correcto saber clínico, el hacer quirúrgico y el obrar ético, factores concurrentes e indisolubles de un razonamiento médico internalizado en el ámbito profesional (12).
Finalmente, un elemento de apoyo a todo el personal especializado y en formación de los hospitales, y en particular a los servicios quirúrgicos y oncológicos son los Comités Hospitalarios de Bioética, quienes, sin responsabilidad clínica directa, puedan brindar una adecuada función de asesoramiento responsable frente a las difíciles situaciones de los dilemas bioéticos en la práctica médica (11).
La Bioética es una ciencia joven, la investigación en bioética supone un interés esencial en hacer avanzar esta disciplina, desde el análisis profundo y la propuesta de marcos de reflexión que aporten nuevas conclusiones que iluminen y orienten los debates con responsabilidad social (13). Va aquí la invitación a nuestros residentes a participar en investigación en bioética y oncología.
Referencias
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F. García. Ética en el tratamiento de pacientes con cáncer, Cuadernos de Bioética 1998/2″ http://aebioetica.org/revistas/1998/2/34/246.pdf
G. García, C. Malpica, Reflexiones ante dilemas bioéticos que surgen en la interacción cirujano paciente quirúrgico oncológico, Rev Venez Oncol 2016;28(1):68-75 Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=375643222010
De Vita JR. Et al. Cancer, principles and practice of Oncology. Vol. 2: Psycological and Ethical issues in the care of cancer patients. Ed. J.B. Lippincott: 2448-2464; 1993.
Culver C. Gert B. Ethical issues on oncology, Psichiatric medicine 5, N. 4: 389-404; 1987.
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Drane J. Métodos de la ética clínica. Boletín Oficial Sanitaria Panamericana. Número especial sobre Bioética. 108: 415-425; 1990.
Jordán Alonso A et al. Ética en el tratamiento quirúrgico de enfermos con cáncer. revmedicaelectronica [Internet]. 2014 [citado 2018 Oct 29];27(3): [aprox. 7 p.]. Disponible en: http://www.revmedicaelectronica.sld.cu/index.php/rme/article/view/210
Pellegrino, E, Thomasma, D. The virtues in medical practice. NY. Oxford Univ Press. 1993.
Domingo Moratalla, T. Investigación en Bioética, Ed. Dykinson, 1ª ed. 2012.
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