Dr. Hermes Ilarraza Lomelí, Presidente de la Sociedad Mexicana para el cuidado del Corazón, Jefe del Servicio de Rehabilitación Cardiaca, Instituto Nacional de Cardiología, “Ignacio Chávez”
DeTodoCorazon.mx.- Hoy en día, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en México y el Mundo. Más de 17 millones de personas mueren anualmente y en la mayoría de los países, esta cifra continua en aumento. Aunado a esto, los costos directos e indirectos son enormes. En 2012, en nuestro país se reportaron más de 3.3 millones de años de vida perdidos por muerte prematura o discapacidad, lo que representa una pérdida de miles de millones de dólares cada año. La gran parte de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles, ya que están asociadas a una mala dieta, sedentarismo, tabaquismo y al deficiente control de diversas enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial o colesterol elevado. La magnitud de este problema ha hecho que diversos grupos mundiales de agentes de salud, se hayan puesto a trabajar en la solución de uno de los más grandes problemas de salud en la historia de la humanidad.
En las últimas décadas se han observado grandes avances. En la década de los años 60, la mortalidad de los pacientes que habían ingresado con un infarto del miocardio era superior al 30%, mientras que en las modernas unidades de cuidados intensivos coronarios, observamos hoy en día una mortalidad que ronda entre el 3 y 6%. Así, observamos claramente una disminución en la mortalidad intrahospitalaria por infarto del miocardio hasta en 10 veces, cifras muy alentadoras. Sin embargo, al observar el fenómeno desde otra perspectiva, podemos percatarnos de que es muy temprano para echar las campanas al vuelo. Una publicación realizada por el Dr. Rafael Chávez Domínguez, cardiólogo y epidemiólogo, nos muestra que la realidad es muy diferente: 92 pacientes de cada 100 que mueren por infarto del miocardio, ni siquiera pudieron llegar al hospital, y fallecieron en su domicilio o en su área de trabajo, entre otros sitios. Esta es una situación alarmante.
A todas luces, hemos podido ayudar eficazmente a un pequeño número de pacientes, mientras que la mayoría de los casos, sus vidas se escapan de nuestras manos. La solución se encuentra en libros de medicina escritos hace miles de años, donde se describe a la prevención como la forma más eficaz, eficiente y efectiva para conservar la salud. Es en ella donde yace la mejor manera de controlar la elevada mortalidad pre-hospitalaria que nos aqueja. El Dr. Fábio Araújo y su grupo de trabajo, publicaron hace no mucho en Europa que, en países cuyos gobiernos han destinado mayores recursos a la atención de la salud, particularmente a la prevención, se ha observado una reducción clara y sostenida en la mortalidad y la incidencia de este tipo de enfermedades desde hace 30 años. En contraparte, en otros países, cuya atención al cuidado de la salud es notablemente menor, estos problemas siguen fuera de control y a la alza. ¡La prevención de enfermedades cardiovasculares funciona! siempre y cuando se le dedique trabajo y presupuesto, correctamente administrados.
En otro escenario, los registros muestran que en nuestro país, alrededor de un cuarto de millón de pacientes salieron vivos del hospital después de haber presentado una crisis cardiovascular. En ese momento, después de haber salvado la vida, la atención del paciente se enfoca en otros problemas y se preguntan: ¿Cuánto tiempo seguiré con las molestias que todavía siento? todo esto que me sucedió ¿puede volver a pasar? ¿Puedo volver a mi empleo? ¿Puedo volver a tener relaciones sexuales? ¿Puedo conducir mi automóvil? ¿Cómo me sacudo todo este miedo que tengo? ¿Cómo puedo ver nuevamente mi vida a color?
Con el fin de atender estas necesidades, en México existen diversos programas de rehabilitación y prevención cardiovascular que tienen como objetivo otorgar el consejo profesional a estos pacientes para que se reincorporen a su vida de la manera más íntegra, rápida y segura. Diversas actividades que componen dichos programas van encaminadas a reducir la elevada probabilidad de morir que tienen aquellos que ya padecieron un infarto del miocardio, mejorar la calidad de vida, reducir el número de nuevos internamientos y complicaciones posteriores, así como disminuir los costos de atención en salud. Aquí se conjunta el trabajo de diversos profesionales de la salud como: médicos, fisioterapeutas, enfermeras, psicólogas, nutriólogas y trabajadoras sociales, entre otros.
En diversas publicaciones, se demuestra que al incluir pacientes en programas de rehabilitación y prevención cardiovascular, la reducción de la mortalidad puede ser superior al 30%, la calidad de vida incrementa de manera importante y la reducción de los costos de salud puede ascender hasta 15 mil dólares por paciente, en los primeros 5 años. Este último punto es de especial interés para instituciones que cubren los gastos provocados por las complicaciones de enfermedades cardiovasculares.
Si bien parece una excelente solución, se observan algunas dificultades. Aunque los programas de rehabilitación cardiovascular iniciaron en 1944 en el Instituto Nacional de Cardiología, en nuestro país se requieren más de 600 y en la actualidad solo existen 24 unidades que laboran de manera formal y con médicos certificados. Aunado a esto, se podría pensar que estas pocas unidades estarían sobresaturadas con pacientes, sin embargo, por diversas circunstancias los médicos solamente envían al 5% de los pacientes que lo requieren. Se requiere mayor difusión de la utilidad de estos programas y la concientización, tanto de los médicos como de los pacientes, para incrementar su demanda.
Estos son tiempos de crisis en muchos frentes, desde el financiero hasta la seguridad pública, pasando naturalmente por la más importante: la salud. Recordemos que a la mitad del siglo pasado, México era el líder mundial para la atención de la fiebre reumática, y con el esfuerzo de todos se logró controlar ese grave problema de salud. Hoy en día debemos trabajar en conjunto, autoridades, científicos y la población general, en el control de las enfermedades cardiovasculares y sus catastróficas consecuencias. Esa es la única solución…