Hasta el cansancio hemos escuchado, leído, visto y sabido de las terribles consecuencias del tabaquismo, pero pareciera no ser suficiente pues en las últimas décadas las mujeres mexicanas nos hemos enviciado más con el cigarrillo. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, México se sitúa en el segundo lugar del mundo con mayor número de mujeres fumadoras.
A grandes rasgos conocemos las larga lista de complicaciones y enfermedades que acarrea el cigarrillo (en todas sus modalidades), que está relacionado con más de 29 enfermedades, entre ellas diez tipos de distintos tipos de cáncer, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), más del 50% de las enfermedades cardiovasculares y es responsable del 90% de las muertes por cáncer de pulmón y enfisema.
Gran contradicción, por un lado tratamos de cuidarnos lo más posible, ser saludables, cuidar la línea y retardar el proceso de envejecimiento lo más que se pueda, y compramos cualquier cantidad de cremas distintas para mejorar el aspecto de la piel, blanqueadores dentales, queratina para el cabello, vitaminas y complementos alimenticios.
Pero por otro lado, somos el segundo país en el que más mujeres fuman, con lo que nos provocamos un envejecimiento precoz y la aparición de arrugas faciales, la piel se deshidrata lo que la hace lucir más cansada, provoca acné inflamatorio, poros cerrados, quistes, puntos negros, debilita el cabello, pigmenta la dentadura y debilita su esmalte, por lo que una mujer fumadora tiene ocho veces más posibilidades de perder los dientes que una no fumadora.
En la mujer también hay un impacto directo en la disminución de excitación sexual y se asocia a diferentes tipos de disfunciones sexuales, como anorgasmia, falta de lubricación y dolor durante el coito. Los ciclos hormonales son más irregulares y el “periodo” más doloroso, hay un descenso de la fertilidad, y una fumadora activa que toma anticonceptivos aumenta exponencialmente los riesgos cardiovasculares, de tromboembolismo pulmonar y de trombosis venosa.
Fumando también adelantamos la menopausia, y qué decir de las terribles consecuencias de fumar durante el embarazo: se multiplican por tres las probabilidades de tener un aborto espontáneo, es la primera causa de parto prematuro, el riesgo de tener un embarazo extrauterino se duplica, sumando malformaciones y defectos de nacimiento.
Como motivación para abandonar el vicio del tabaco, hay que aclarar que dejar de fumar no engorda, y en 48 horas eliminamos del cuerpo el monóxido de carbono y la nicotina. En una semana, nos aumenta el nivel de energía, disminuyen las dificultades respiratorias, mejoran el olfato y el gusto, los dientes lucen más limpios y se refresca el aliento. Pasando el primer mes, baja el peligro de trombosis, desaparece la tos y los pulmones son más fuertes ante una infección.
Entre los cinco y diez años de abstinencia, los riesgos de cáncer de garganta, esófago y vejiga se reduce a la mitad, y los de las enfermedades cardiovasculares o trombosis son los mismos que los de los no fumadores. Superados los quince años, el riesgo de padecer cáncer de pulmón, garganta, esófago o vejiga es el mismo que el de los no fumadores, aunque las posibilidades de padecer cáncer de pulmón en los ex fumadores empedernidos (20 o más cigarrillos diarios) sigue siendo el doble durante el resto de sus vidas.