México tiene el primer lugar de obesidad infantil en el mundo. Nuestra carga de enfermedad como adultos también es preocupante y enfermedades como hipertensión arterial sistémica, diabetes mellitus, alteraciones de colesterol y los triglicéridos son la regla en lugar de la excepción pero ¿debe ser así?… o ¿hay algo que podamos hacer para mejorar nuestro pronóstico de salud como país?…
La respuesta afortunadamente para todos nosotros es afirmativa. Sí se puede estar mejor y esa respuesta se encuentra en la medicina preventiva que tiene como base principal los buenos hábitos de alimentación y el ejercicio físico.
¿Quién no ha perdido temporalmente la salud por una infección respiratoria? … tan solo con este pequeño ejemplo es posible entender la trascendencia que representa la salud tanto para nosotros como individuos como para la sociedad, que en principio se conforma por nuestra familia y las personas que viven bajo el mismo techo.
La responsabilidad de nuestra propia salud es algo que debería empezar desde que somos pequeños y adquirimos el razonamiento suficiente para distinguir lo correcto de lo inapropiado e incluso antes deberíamos recibir de nuestros padres o familiares mayores, las recomendaciones para empezar a cuidar de nuestra salud. En principio, la actividad física y la buena alimentación deberían encabezar la lista. Posteriormente podríamos mencionar lo importante que sería no adquirir malos hábitos como el tabaquismo y el consumo excesivo de azucares o alcohol, por ejemplo.
Resulta incongruente pedirle a un niño que coma frutas y verduras o que no tome refresco embotellado cuando en su casa ese niño observa que los padres no comen sanamente y que consumen cantidades excesivas de azucares en las bebidas embotelladas.
De acuerdo con nuestra propia historia familiar podemos saber a qué enfermedades estamos propensos ya que por el componente genético que tienen las enfermedades crónicas, pueden presentarse con cierta frecuencia de generación a generación en una misma familia. Con esta información en mente, podemos platicar con nuestro médico quien está capacitado para identificar nuestros factores de riesgo y establecer las medidas preventivas necesarias para que este riesgo no se traduzca en enfermedades con el transcurso de los años. Si somos capaces de identificar una conducta perjudicial desde la infancia lograremos evitar la carga que representará alguna enfermedad cuando seamos adultos. Las enfermedades crónicas no comienzan “de la noche a la mañana” y existe un largo periodo en el que podemos detectar el riesgo de padecerlas y si modificamos las conductas que nos hacen propensos a padecer tal o cual enfermedad, entonces podremos evitar que estas enfermedades se hagan manifiestas.
La medicina preventiva debe tener un lugar privilegiado en la vida de un individuo y ésta incluye visitas al médico para investigar el funcionamiento interno de nuestros órganos y el comportamiento del metabolismo de nuestro cuerpo. Se recomienda que, periódicamente, todos los adultos revisen su presión arterial, sus niveles de glucosa y lípidos en sangre; y que, además, se sometan a una revisión de su peso, medidas corporales y hábitos de vida para que, de manera temprana, puedan hacerse las modificaciones pertinentes para mantener la salud. Esas modificaciones en los hábitos de la vida diaria son los que, como padres, debemos transmitir a nuestros hijos para ayudarlos a mantenerse sanos y aprender a cuidarse desde que son pequeños. No debemos permitir que los niños consuman cantidades excesivas de azúcar, ya sea en forma de postres o como refresco embotellado. Hay que favorecer el consumo de agua simple o agua de frutas naturales e inculcarles los beneficios de comer frutas y verduras.
Como adultos, una vez que se nos ha diagnosticado una enfermedad crónica, continuar con una buena percepción de nuestra salud es fundamental ya que nos estimula a cuidarnos y a seguir las recomendaciones de nuestro médico. Es por eso que nuestra participación activa es tan importante e incluirá, según el caso y haciendo referencia a las enfermedades más frecuentes en nuestro país, revisar frecuentemente nuestras cifras de presión arterial con algún profesional de salud o con algún familiar entrenado para la toma de la presión arterial e inclusive podemos citar los equipos automatizados (con brazalete) para lograr esta medición en la comodidad de nuestro hogar y sin la necesidad de que otra persona tenga que ayudarnos para realizarla. También aquí podemos mencionar lo importante que es realizarse, no solamente determinaciones de glucosa en sangre en el laboratorio, sino mediciones frecuentes con un glucómetro ya sea en nuestro centro de salud o con nuestro propio equipo en casa. Por supuesto que las recomendaciones serán diferentes para cada individuo y es su médico quien deberá ampliar estas recomendaciones para cada caso en particular. La tendencia actual de la medicina moderna es que el paciente sea co-responsable, participe activamente y “hombro con hombro” junto con su médico en el cuidado a largo plazo de su propia enfermedad y en el mantenimiento de una adecuada percepción de la salud, que incluirá el correcto control de las enfermedades y evitará la aparición de complicaciones o de nuevas enfermedades que puedan deteriorar más su funcionalidad, que en palabras sencillas, es aquello que nos permite ser independientes, auto-suficientes en mayor o menor medida y capaces de llevar nuestra vida de acuerdo a nuestras convicciones.